Haller Dóra @ Café Babel 2006.03.18
Oscilando incansablemente entre Budapest y París, el coreógrafo húngaro Pal Frenak, de 49 años, regresa a sus creaciones violentas y sensuales, evocando el universo tormentoso del baile contemporáneo.

"No existen grandes artistas o pequeños artistas, sólo artistas", dice Pal Frenak. Un día glacial de enero, llega enfundado en una bufanda negra al Café Odéon, lugar de encuentro del artisteo de la capital húngara. Fino y desenvuelto, comienza a hablar de su vida y de sus obras, o más bien de sus "tentativas", como él mismo las llama.
"A menudo se dice que mis obras son vulgares por culpa de mi manera muy personal de representar la sensualidad. Pero la desnudez significa para mí la transparencia, el hombre desnudo apoyándose en sus propios valores." El coreógrafo Pal Frenak es famoso por sus creaciones anticonformistas y a veces atrevidas, presentadas en numerosas escenas europeas, como por ejemplo Tricks&Tracks o Banquete, en las cuales no duda en utilizar el desnudo con la misma naturalidad con la que usa la inversión de roles entre hombres y mujeres. La soledad insuperable, la tortura, la violencia, la brutalidad del sexo están omnipresentes en sus espectáculos, interpretrados en un espacio geométrico limpio. "En toda representación actúo según mis propias convicciones y si quiero mostrar algo lo asumo", afirma nuestro interlocutor. Sus obras están de hecho a menudo situadas en la frontera crítica de la realidad y de lo imaginario, allí dónde el hombre se enfrenta por fin a sí mismo. En el arte, no hay dos funciones iguales: el trabajo del coreógrafo consiste en transmitir sus emociones a sus bailarines, dejándoles libertad de improvisación en ciertos temas precisos. "Durante los ensayos, analizo con atención sus gestos. Es frecuente que un movimiento nazca entonces del azar."